¿DESARROLLO HUMANO PARA LA CULTURA O CULTURA PARA EL DESARROLLO HUMANO?

 

Hablar de cultura implica hablar de un sistema de saberes y prácticas, compartidas y expresadas en ideas o comportamientos que son transmitidas en el tiempo, el cual forma parte de la experiencia humana y se enmarca en códigos, símbolos, representaciones, significados, lenguajes, creencias, usos y costumbres. Por su parte, hablar de desarrollo, desde una visión humanista, alude a un proceso que forma parte del ciclo vital de las personas centrado en sus capacidades y libertades, donde se destaca la importancia de condiciones que les permiten o no realizar sus proyectos de vida.

A través del texto de Figueroa (2004) se resalta la importancia de la cultura y el desarrollo humano como dos elementos clave, considerando que, desde la perspectiva de potencial humano, no siempre aceptada, se convierte en una herramienta de utilidad para el trabajo de la promoción y gestión cultural en diversos contextos. Destaca además dos acepciones del concepto “desarrollo humano”. La primera corresponde a un enfoque positivo del potencial de las personas, dando cabida a sus necesidades y a las condiciones necesarias para su plena realización y la segunda, relacionada con indicadores objetivos del nivel de desarrollo que se mide a través de tres rubros: educación, salud y economía.

No obstante, para alcanzar un nivel alto de desarrollo se requiere superar otros obstáculos inherentes a dicho desarrollo, por lo cual se adoptaron a nivel mundial 17 objetivos de Desarrollo Sostenible, con el propósito de erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la calidad de vida de las personas. En ese sentido, la perspectiva de desarrollo no solo comprende el acceso a bienes y servicios, sino también la posibilidad de elegir un modo de vida, por lo que la cultura se vuelve un recurso importante, como medio para lograr ciertos fines y como la base social de dichos fines.  

Coincido con el planteamiento de la autora al exponer que ambas concepciones se complementan para dar una visión más integral de la persona. Considero además que las sociedades buscan su crecimiento y avance y es ahí donde el desarrollo humano se vuelve un indicador a contemplar.  Sin embargo, dicho desarrollo debe reflejarse también en el bienestar individual y colectivo, es decir, el desarrollo de un país se encuentra en cada uno de sus habitantes y en las posibilidades que tengan para vivir una vida en la que puedan ejercer su libertad y realizar a plenitud su potencial como seres humanos; por lo tanto, la cultura se vuelve un elemento transversal del desarrollo humano.

Partiendo del cuestionamiento inicial de este escrito ¿desarrollo humano para la cultura o cultura para el desarrollo humano? podría llevar a generar respuestas reduccionistas y limitadas. Me gustaría pensar más en que la cultura conlleva elementos subjetivos, vínculos, relaciones con el medio y organización que impactan directamente en el desarrollo individual y social, por lo que pienso que no puede existir uno sin otro.  

Como bien se plantea en el documento, el análisis de la dimensión cultural resulta imprescindible para la generación de proyectos de desarrollo; si no se toma en cuanta dicha variable es posible que no se logre impactar a la comunidad. Por ejemplo, existen condiciones sociales en que las personas viven y su sistema cultural influyen fuertemente en la posibilidad de tener una buena salud. La pobreza, la inequidad social, la discriminación, la inseguridad alimentaria, las condiciones de vida poco saludable en la infancia y la falta de trabajo son determinantes de la mayor parte de las enfermedades, muertes y desigualdades en salud. La cultura puede ser vista como una determinante de la salud, pues se refiere a las formas y expresiones que caracterizan una población, como lo son también la etnicidad, género, religión, lengua, cosmovisión, creencias, costumbres y valores.

En este tenor, concuerdo con la idea de que el desarrollo cultural también es desarrollo humano, esto es, que la cultura se convierte en una forma integral de vida, que da cuenta de las relaciones de las personas con su comunidad, con otras comunidades, con la naturaleza, con lo sagrado y consigo mismas, con el objetivo de dar continuidad y sentido a la totalidad de su existencia. La dimensión cultural está directamente vinculada a lo personal y social, ya que ponen en juego pensamientos, emociones, creencias, valores lo cual implica repensar el desarrollo humano como un proceso dinámico y contextuado.

Si bien es cierto que mi formación y experiencia profesional y personal me ha llevado a inclinarme más por la visión de desarrollo humano como potencial personal, donde sobresale la capacidad de autoconocimiento, congruencia, la posibilidad para elegir y una tendencia a la actualización, creo importante expandir la noción de desarrollo humano a algo más integral, donde converjan factores de índole cultural, que permitan identificar y satisfacer necesidades propias y comunitarias, a su vez que se fomenta la interculturalidad y transculturalidad, sin perder de vista la identidad, diversidad y dignidad de las personas.



Referencias

Figueroa, M. (2004). Desarrollo humano y cultura: una visión humanista de la diversidad en Patrimonio cultural y turismo, Cuaderno 11 (pp. 198-204). CONACULTA. 

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